Los maratones no han vivido una buena temporada en el aspecto no deportivo.
Normalmente no me cuesta nada escribir artículos, ya que hablo de la pasión que siento por correr e intento transmitir la alegría y lo bueno de este deporte, pero en el caso que nos ocupa podríamos decir que es el artículo que más me va a costar. Esta temporada –hablando del año atlético que empieza en noviembre– las maratones han vivido un mal año. Y aclaro: no deportivo. El continente americano es el que ha sufrido, ya que en él se produjeron dos desastres, uno natural y otro que para nada lo es.
El primero se produjo en noviembre e hizo que se suspendiera el famoso y gran maratón de Nueva York. El desastre natural de los días antes hizo necesaria su cancelación; no cabe en cabeza alguna que se esté corriendo un maratón en esta gran ciudad y a escasos metros haya gente buscando a seres queridos y en la miseria. La decisión fue muy acertada, perotardaron muchos días en decirlo; hablo de las autoridades y, más bien, de los que mandan. Esto supuso un bien económico para la ciudad, pero un mal en el mismo aspecto para los que iban a correr ese día y, sobre todo, para los que habían ido desde muy lejos para correr; quizás y solo quizás pensaron en los suyos, cosa que es muy normal en éstos y en todos los casos.
El segundo desastre no fue natural, ya que no es natural que el ser humano valore tan poco la vida, no es natural reivindicar algo (no sé qué) quitando la vida a otros seres humanos, no es natural que una mente sana piense de esa manera. Ese día en Boston se hizo de noche y el mundo lloró lo allí ocurrido. Es muy triste que, en lugar de hablar de una fiesta, que es lo que debe ser un evento de este calibre, se abriesen informativos de televisión, radio y portadas de prensa escrita con la tan mala noticia de las bombas y de las víctimas.
Todos los días vemos en los medios de comunicación violencia de todo tipo en vez de ver cómo los seres humanos se limitan a disfrutar de este bien preciado que es la vida, que es un regalo y vivirla con salud y amor debe ser el fin más preciado. Espero y deseo que se hable de los maratones por lo que son y abran diarios por los resultados deportivos, tanto de los que ganan como de todos los populares que realizan el esfuerzo de terminarlo.
Desde el rincón en el que escribo sólo me queda seguir corriendo y pensar de vez en cuando en la suerte que tengo por poder correr todos los días por caminos y carreteras disfrutando no del deporte que es vida, sino de la vida que espero sea un gran maratón.